lunes, 7 de mayo de 2012

La sexualidad con la mujer ideal


La sexualidad con la mujer ideal
por Carlos Vicente Torrealba

Todo el mundo ha soñado alguna vez con un compañer@ que fuera un sabio conocedor del arte amatorio. Todos los hombres  tenemos  derecho a buscar esperanzados a la dama que pueda considerarse digna de ser llamada, en el mejor de los sentidos, “la amante ideal”.

La amante ideal no es una mujer que espera pasiva a que sea su pareja siempre el que comience el contacto. Le gusta que se alternen los papeles, y llevar a veces la iniciativa.

La amante ideal propone fantasías sexuales, dado que vive con libertad su sexualidad, sin miedos ni culpabilidad.  Se ha desmarcado de tabúes, y entiende que expresar sus gustos y preferencias sexuales no sólo no rebaja, más bien la dignifica como persona con derechos sexuales legítimos.

La amante ideal le gusta sentirse admirada, sensual y femenina, sin pensar que su único valor es el atractivo físico. Cuida su imagen y su cuerpo, como parte de la estética y la salud, sin tener que sentirse una mujer objeto por ello.

No espera resignadamente a que él adivine sus zonas erógenas o lo que le gusta, opta por comunicarse y hablar abiertamente de sexo con su pareja. Hace caso omiso a la creencia de que expresar los gustos, en lugar de adivinarlos, es perder el romanticismo.

Comprende que el deseo sexual es algo que se trabaja, y que no es necesario tener ganas al máximo para compartir unos instantes de afectos y sexo con la pareja, basta con cierta disposición a la intimidad o a la sensualidad del momento.

Es asertiva y sabe decir “no” cuando no le apetece tener relaciones sexuales, sin tener que mentir, poner excusas, o evitar acostarse al mismo tiempo que su pareja. No necesita fingir un orgasmo, porque sabe explicarle que requiere de más estimulación para conseguirlo, y de todas formas, no quiere hacer de ello el objetivo por excelencia durante los encuentros.

La sexualidad de hombres y mujeres es distinta, y como tal hay que aceptarla, conocerla y expresarla. Habría menos decepciones en las alcobas si entendiéramos que igual que la anatomía es diferente, cada género tiene preferencias y ritmos peculiares a la hora de vivir su sexualidad.

Nadie es perfecto, y estamos en continuo aprendizaje, pero si combináramos este perfil de amante perfecta con el de su análogo masculino, el resultado sería más que explosivo: amantes que se cuidan y ejercitan en el arte milenario del sexo y del amor con el cuerpo y el alma

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