sábado, 31 de mayo de 2014

Desambiguación

Desambiguación


Por Carlos Vicente Torrealba
carlosvicentetorrealba@gmail.com
twitter:@cartorrealba

La mujer es un ser extraordinario que nosotros los hombres jamás llegaremos a comprender en su totalidad, tan solo para algunos hombres afortunados llegan ser unos  invitados en su cuerpo y alma.  Pondrán estos  tener el placer de amar y ser amado por un ser que si nos conoce, al fin y acabo ella nos ha parido, amamantado, criado, amado, abandonado y hasta resucitado.

En estos años que he estudiado a la mujer  desde su comportamiento,  su sexualidad  y hasta su salud y que me ha enseñado lo más extraordinario que puede alcanzar el ser humano. Han sido  las bellas mujeres que llegan a padecer cáncer, pues uno  llega a comprender  que esa enfermedad no  llega a terminar en los laberintos de los términos y las batas blancas de los hospitales; es una padecimiento  tanto solitario para aquellas que lo poseen como colectivo para la familia de esta, que sabe que el cáncer no se acaba con  la derrota de la propia enfermedad.

Todos los seres humanos poseemos temores y miedos,  hasta es bueno padecerlo porque nos alerta ante un peligro pero las mujeres que sufren cáncer saben que los miedos  no se  extirpan sino se vencen sobretodo reconquistándose a ellas mismas y reinventándose ante el propio dinamismo de una sociedad llena de prejuicios, tabúes y sobretodo miedo a una palabra tan temida y ambigua  como el cáncer.  

Las mujeres que he conocido, tanto familiares como amigas que han padecido esta enfermedad  me han enseñado con su fortaleza, voluntad y ejemplo  que  la vida no se reconstruye si no se afronta  ya que el cáncer no es una ficha o un producto que  caduca o se vence, este  no se esconde, no se oculta  tan solo se supera  y para ello las que lo han superado han estado  completamente convencidas de ellas mismas, de sus valores, de su fe, su fortaleza  y creencias,  es allí donde ellas  ganaran el desafío.

Hoy pienso en ellas y su viacrucis o holocausto en no conseguir respuesta para su enfermedad en un estado que niega todo, reafirmando una mala carencia del facilismo, la dadiva, la mediocridad y que ingenuamente pretende mantener vivo a un muerto y a los vivos como muertos,  desde luego y muy importante sin esperanza.  Esta es la desambiguación de vivir en Venezuela, la nación que el poeta Andrés Eloy Banco señaló como “una buena madrastra pero muy mala madre”. En fin amo a la mujer porque siempre es vida.