sábado, 14 de septiembre de 2013

La Abstinencia







La Abstinencia

Por Carlos Vicente Torrealba



En una reunión, unos amigos me preguntaron: ¿Qué pasaría  si una persona debe suspender el ejercicio de la  sexualidad por algún un tiempo?, lo peor será saber si  existirá en estas personas consecuencias físicas o psicológicas.

Lo interesante de todo esto es, que en algunas oportunidades de la vida  sexual de todos entra en pausa. El motivo para ello puede ser el fin de una relación: ya sea por divorcio, separación o viudez. También podría ocurrir que alguno de los integrantes de la pareja enfrente una enfermedad que le impida o dificulte tener sexo durante un periodo prolongado. Asimismo, a veces el trabajo o los estudios de uno u otro obligan a estar separados durante semanas o meses. Más allá de las razones, está la consecuencia: hay que suspender la intimidad, y dar inicio voluntaria o involuntariamente a una etapa de abstinencia.
Son pocas las personas que al pasar por una situación así, no la reflexionan en el momento. Pero lo normal es que después empiecen a cuestionarse si serán capaces de retomar su actividad erótica sin consecuencias.
La mayoría de los estudios señalan que los cambios en la dinámica del erotismo pueden pasar factura, sobre todo en lo referente a la seguridad y el aplomo que cada uno tiene en la cama. Quienes suspenden su vida erótica, por el motivo que sea, pueden experimentar una dificultad para restablecer su actividad coital. La consecuencia psicofísica más común es la percepción de incapacidad para disfrutar el acto sexual y considerar la reanudación sexual como un periodo de prueba donde hay que mostrar al compañero la capacidad de dar y recibir placer. Sus temores a no hacer un buen papel en la cama terminan por inmovilizarlos. Esta conducta tiene un origen emocional, por la creencia en que no darán la medida que se espera de ellos. Con este peso sobre la espalda,  ningún amante gozará libremente la expresión de la sexualidad.

La habilidad sexual tiende a ponerse a prueba más frecuentemente en el varón, quien mira con extrañeza su dificultad para lograr y mantener una erección, asociándose a este problema la eyaculación precoz. Aunque ni el pene ni la vagina que tuvieron actividad coital y la pausan, sufren de algún trastorno físico por esa razón, la vagina es una cavidad virtual que cuando no está en un acto de acoplamiento se mantiene húmeda y cerrada. El pene alterna periodos de erección y flacidez diariamente, por lo tanto no se atrofia por falta de uso.

La intimidad física en ambos sexos combina carnalidad y psicología. La disminución de las hormonas sexuales por falta de práctica erótica provoca un bajo apetito carnal en hombres y mujeres, lo cual les hace sentirse indiferentes o incapaces ante un posible encuentro.
Será  común que al principio quien dejó de tener sexo, al reanudar su intimidad tenga dificultad para realizarla satisfactoriamente, pero con la práctica constante las hormonas se elevarán y el desempeño en la cama mejorará. La suspensión de la rutina coital puede deberse a una elección personal, como ocurrió con Mahatma Gandhi, quien siendo casado tomó junto a su esposa un voto de castidad; o igualmente puede ser una decisión obligada por las circunstancias que priven en una cultura, como es el caso de las viudas en el hinduismo, que son recluidas en una casa.

Muchos señalan que la abstinencia genera personas malhumoradas. Esto sí puede pasar, pues el hecho de desear algo en este caso el sexo y no tenerlo llega a provocar irritación y molestia. Sin embargo, por el contrario, esto no ocurre en individuos que aceptan la interrupción de su vida sexual por la causa que sea, y no viven añorando el pasado.

Tanto la mujer como el hombre pueden contenerse sexualmente; es decir, sentir deseos y no expresarlos por voluntad, prejuicios sociales, religiosos, mentales, etcétera. No causa daño físico o mental privarse de tener relaciones; es anhelarlas y reprimirse lo que provoca el desencanto.
Ningún ser humano muere por no sostener relaciones íntimas en pareja. La tensión sexual es como una flama que se aviva con el deseo al punto de requerir la liberación orgásmica.  Puede darse bajo el sueño cuando el inconsciente toma el control absoluto del interior del ser humano; puede externalizarse de manera libre en una autocomplacencia como la masturbación o las fantasías; su manifestación en pareja ofrece la alternativa del orgasmo compartido. Mas nadie vive ajeno a la sexualidad y a sus deseos. Todos somos sujetos sexuados con expresión erótica.

Quien se priva voluntariamente del sexo en pareja puede vivir sin sobresaltos su sexualidad, como ocurre con aquellas personas que asumen el celibato sacerdotal, o filósofos como Siddhartha Gautama (Buda) quien decidió separarse de su esposa y su hijo para buscar la iluminación espiritual.

La abstinencia voluntaria no impide la reacción biológica de la sexualidad; quienes eligen tal camino encauzan ésta como la energía que los impulsa a la espiritualidad. Otros pueden elegir el coito como un camino espiritual como ocurre en el tantrismo.

Quienes por la razón que sea hacen una pausa en su actividad erótica y después la retoman, notarán que es perfectamente factible.

Nota: Para mayor información Unidad del Estrés la Ansiedad y las Emociones, con el Dr. Carlos Vicente Torrealba en el Centro Cardiológico Integral, Ciudad Bolívar Cel 04249294891

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