miércoles, 6 de abril de 2022

DESAPRENDER

 

Desaprender

Por Carlos Vicente Torrealba


¿Por qué nadie nos enseña a desaprender?

Hace algunos años ante la llegada de la pandemia, un día yo intentaba que algunos cajeros del aeropuerto me fueran útil o que regresara la famosa línea en el banco, agotado por la desesperación de no poder hacer nada contra lo inevitable de vivir en una nación donde el ser ciudadano es casi una utopía, me fui al cafetín del aeropuerto a ser un poco de catarsis y como un monje tibetano busque mi “OM” en una taza de café.

Ya casi en el último sorbo de café se me acercó una joven turista pidiéndome información sobre Canaima. La invité a tomarse un café y ella lo aspecto con gran gentileza, poseía una   gran ansiedad, se le podía notar en cada gesto de su cuerpo; luego de estar hablando por más de media hora me dijo que venía a Canaima para olvidar un gran amor, yo le señalé que su desamor es difícil olvidar tan sólo contemplando la naturaleza.

Es que, nadie sabe la verdadera traducción al inglés de la palabra ¡desamor! Al parecer es una palabra muy bien conocida en el habla castellana y más en nuestro continente latinoamericano y es que tanto el desamor como el suicidio son palabras que la gente no le apetece por conveniencia recordar.

Del suicidio sabemos algo ya que todo empezó con el de Sócrates y desde allí el hombre ha tratado de comprender esa epidemia que posee componentes familiares vinculados con la violencia; mientras que del desamor apenas sábenos nada, tan sólo que en nuestras culturas es la mayor sensación de perdida. Sí, no sólo lo sentimos, es que hasta lo expresamos y quisiéramos que toda la tribu se dé cuenta de nuestro sufrimiento.

Aunque la llegada o mejor, ante la penetración del desamor no tiene que ser esta siempre el anuncio del fin y la caída al abismo. En realidad, en la mitad de los casos, la finalización de un amor equivocado abre la perspectiva nada despreciable de no tener que sufrir durante otros veintisiete años o quizás cinco o menos, la convivencia con alguien que no te quería o que ya había agotado su capacidad de amar.  No todo son pérdidas y sufrimiento acumulado en lo referente al desamor.

La joven turista me preguntó: ¿Cuáles serían los remedios para el desamor?  La gran mayoría de los neurocientíficos y neurofilosofos recomiendan, por supuesto, no encerrarse en sí mismo ahondando en el dolor de la extinción de un gran amor, sino sustituir esa emoción negativa por otra de igual intensidad, pero de signo contrario. Diría mi padre con sus breves palabras “volverse a enamorar cuanto antes, mejor” o esa sabiduría popular de un clavo saca otro clavo. Pero creo que la solución no es tan simple como se suele decir, es más creo que hay un componente que se olvida y es que las personas que se encuentran hundidas en un gran desamor no están en condiciones ni tienen ganas de volver a enamorarse de inmediato, a no ser que cuenten con un componente especial o que su vida esté marcada en un acordeón de amor y desamor.

La joven turista buscaba su kundalini del desamor cambiando de paisaje viendo otras costumbres, hablando otro idioma, olvidando hasta los pasos que había dado junto al otro. Quizás ella hubiera cambiado de planeta si eso le fuera factible.

Pero ante el desamor los neurofilósofos han descubierto algo interesante y todo está encerrado en una palabra que ha tenido una gran relevancia desde que los científicos y los contemplativos han empezado a trabajar juntos en proyectos y esta palabra es “desaprender”. Es decir, frente al amor es importantísimo aprender y frente al desamor desaprender. Algo que jamás se nos habló en todo en desarrollo de nuestra vida, aunque hasta ahora lo importante era aprender y aprender. Sí… sin importar que fuera estupideces.

No conozco hasta la fecha a alguien que se le haya enseñado a desaprender, la filosofía del positivismo nos enseña que todo viene para algo mejor, es el hombre que se encuentra en un estado permanente de cambio, quizás es este principio que ha hecho posible que los seres humanos, sociedades y países que más veces y más intensamente deben soportar las tristezas y el desamparo del desamor son también, aquellos hombres y mujeres, sociedades y países con mayor capacidad emocional para amar. Es que estoy convencido que sólo puede producirse el desamor donde hubo antes mucho amor.

La joven turista me sonrió bebiéndose la ultimo sorbo del café y se marchó no antes de decirme gracias.



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