Por Carlos Vicente Torrealba
Twitter: @chinchorrosutra
¿Qué tan oral se puede ser?
De los correos recibidos esta semana, un gran número de ellos tenían preguntas sobre el arte oral, que empezaban estas desde cómo se pueden ejercer hasta cómo descubrir sus secretos.
Se sabe amigos que no hay mayor placer que un hombre le puede generar a su compañera, que el que se ejerce a través del beso, que puede empezar por los labios, ir hacia el cuello seguir por la espalda, desplazarse hacia los pechos, las nalgas, las piernas, los pies y extasiarse en la vulva con tus labios, tu lengua para así estimular ese centro estelar en la mujer como es el clítoris, donde se puede estremecer con esas caricias húmedas, cálidas y lujuriosas que tan divinas y sagradas son, ya que para mí no hay mayor licor de consagración que el néctar de la mujer. He allí la verdadera arca de la alianza entre dos seres que se aman con el cuerpo y el alma.
La lengua es uno de los órganos táctiles verdaderamente súper sensitivos que es fácil educar para que pueda interpretar la respuesta erótica de ese ser extraordinario como es la mujer. Con la legua solemos recorrer como unos peregrinos ese órgano sexual como es la piel, donde podemos empezar de manera muy sútil y suave, hasta que la flexibilidad de la lengua la pongamos cuando creamos conveniente más rígida, para aumentar el ritmo y la intensidad, incrementado así el placer en diferentes zonas del cuerpo de nuestra compañera.
Con el arte oral, un gran número de mujeres experimenta el orgasmo, ya sea lamiéndole la zona del perineo, el ano, la parte de la entrada de la vagina y desde luego el clítoris. Desde ahí es donde puede trasmitirse ese máximo placer a otras partes del cuerpo de una manera rítmica brindada con la lengua y con la contrición del músculo pubococcígeo .
No hay un manual de secretos sobre el arte oral hacia la mujer, pero si hay todo un mundo de pistas hacia este, sobre todo si sabemos de la siempre sensible y alerta que está la sensualidad en ellas. Si usted es un macho cavernícola o un robot, usted jamás despertará esas pasiones.
Un hombre inteligente, respetuoso y degustador del cuerpo y el alma sabe hacer las cosas y despertará las pasiones haciendo de la penetración el último acto de una extraordinaria obra. Para llegar al placer extremo debemos aprender un arte que es sumamente refinado como es el sexo oral. No es chupar un helado de mantecado o de chocolate, menos mordisquear un turrón o lamer esas chupetas pegostosas. Es introducirse en el más vertiginoso sistema de afectos y placer también llamado cunnilingus.
Como desatar los demonios que llevamos por dentro y convertirlos en una gran salutación al amor. Lo primero, nunca lo haga con alquien que no ama, tanto la mujer como el hombre entregan lo mejor de sí. Esta es una verdadera entrega, debes besar con profundidad la boca de tu pareja, aprende a jugar con sus labios tanto de ellas como los tuyos, succiónalo suavemente (no lo chupes como si fuera un espagueti). Tu lengua es como un pincel, juega con ella en la parte interna de su boca.
Los besos nacen en la boca y se mitiga la sed por el cuerpo de ella. Tu lengua es un pincel que descubre y dibuja su entorno. Dedícale el tiempo a cada poro de este y sabes, tú no eres mocho amigo, ya que tus manos deben de seguir el trazo de tu aliento con suavidad debes ir acariciando, después que tus manos han recorrido todo su cuerpo, iras a sus caderas y sus senos con suavidad nadie te esta apurando (apaga el celular y si es un BlackBerry déjalo en el baño ¡yo lo dejaría dentro de la poceta!).
Tus lamidas y besos deben de ser rítmicos, es decir contornea su pubis para que muerdas con suavidad esta zona antes de internarte más en sus humedades (¡Qué rico no!). Para que en el estasis de los sabores y fragancias puedas absorber con rapidez la parte interna de los músculos con la punta de tu lengua, debes percibir todo ¡Si, dije todo!
Cuando veas que tu compañera va a tener un orgasmo, sujétala firmemente para que durante el clímax ella no se aleje ni por un segundo del placer y de ti y tu seguirás como esos niños malcriados para así disfrutar hasta el final.