Desambiguación
Por Carlos Vicente Torrealba
carlosvicentetorrealba@gmail.com
twitter:@cartorrealba
La
mujer es un ser extraordinario que nosotros los hombres jamás
llegaremos a comprender en su totalidad, tan solo para algunos hombres
afortunados llegan ser unos invitados en su cuerpo y alma. Pondrán estos tener
el placer de amar y ser amado por un ser que si nos conoce, al fin y
acabo ella nos ha parido, amamantado, criado, amado, abandonado y hasta
resucitado.
En estos años que he estudiado a la mujer desde su comportamiento, su sexualidad y hasta su salud y que me ha enseñado lo más extraordinario que puede alcanzar el ser humano. Han sido las
bellas mujeres que llegan a padecer cáncer, pues uno llega a
comprender que esa enfermedad no llega a terminar en los laberintos de
los términos y las batas blancas de los hospitales; es una
padecimiento tanto solitario para aquellas que lo poseen como
colectivo para la familia de esta, que sabe que el cáncer no se acaba
con la derrota de la propia enfermedad.
Todos los seres
humanos poseemos temores y miedos, hasta es bueno padecerlo porque nos
alerta ante un peligro pero las mujeres que sufren cáncer saben que los
miedos no se extirpan sino se vencen
sobretodo reconquistándose a ellas mismas y reinventándose ante el
propio dinamismo de una sociedad llena de prejuicios, tabúes y sobretodo
miedo a una palabra tan temida y ambigua como el cáncer.
Las mujeres que he conocido, tanto familiares como amigas que han padecido esta enfermedad me han enseñado con su fortaleza, voluntad y ejemplo que la vida no se reconstruye si no se afronta ya que el cáncer no es una ficha o un producto que caduca o se vence, este no se esconde, no se oculta tan solo se supera y para ello las que lo han superado han estado completamente convencidas de ellas mismas, de sus valores, de su fe, su fortaleza y creencias, es allí donde ellas ganaran el desafío.
Hoy
pienso en ellas y su viacrucis o holocausto en no conseguir respuesta
para su enfermedad en un estado que niega todo, reafirmando una mala
carencia del facilismo, la dadiva, la mediocridad y que ingenuamente
pretende mantener vivo a un muerto y a los vivos como muertos, desde luego y muy importante sin esperanza. Esta
es la desambiguación de vivir en Venezuela, la nación que el poeta
Andrés Eloy Banco señaló como “una buena madrastra pero muy mala madre”.
En fin amo a la mujer porque siempre es vida.